La mesa nº 7

“Una pareja matiene una conversación íntima en un restaurante, sin saber que cada palabra está siendo escuchada. Sin embargo, no todo es lo que parece”. Así explica su cortometraje Marko Slavnic, escritor, director y productor de “Table 7” (2009). Una delicia.

6 respuestas a “La mesa nº 7”

  1. DanielV dice:

    Muy buen corto!
    En lo personal, vivo reconociendo errores en todos los terrenos de mi vida y de ser necesario, pido perdón de inmediato.
    A mi me hace sentir bien y me vuelve a acercar a la persona (supuestamente) perjudicada.
    El problema, se comentó aquí, es cuando la otra persona no sabe o no puede reconocer errores y menos pedir perdón.
    Esto me sucede seguido con mi pareja y a veces “invento la disculpa o la culpa” como para aflojar la tensión.
    No digo que esto que hago esté bien, sólo comento cómo lucho yo contra ese feo sentimiento de esperar una disculpa que sabes que nunca llegará.
    Acabo de compartir el video a mi mujer (una forma moderna de expresar algo que nos gusta o identifica), con la intención de que luego me lo comente. Aunque, suele olvidarse y no disculparse.

  2. tiziana dice:

    Cuesta a veces pedir perdón , pero sientes alivio , y más si la otra persona perdona … es muy bonito perdonar …. gracias x este final

  3. maria dice:

    No todo el mundo es capaz de pedir perdón y reconocer un error…

  4. JUANJO dice:

    Pedir perdón, está bien, pero debeden haber deseo de rectificar. Entonces, el sentimiento gana la partida.

  5. BENIGNO dice:

    … un final muy bonito… precioso… antes me costaba mucho “dar mi brazo a torcer” y reconocer que me he equivocado… es verdad… se cruza la arrogancia… la vanidad… el orgullo… por fortuna, eso ya está cambiando… he comenzado un “camino Gestáltico-Budista” que me ha devuelto al “Sendero de la Vida”… gracias por compartir este corto con un final tan hermoso…

  6. Miguel dice:

    Realmente es un corto-metraje genial. Pedir perdon, excusas, disculpas no es nada facil, casi siempre se atraviesan el orgullo, la arrogancia y los resentimientos, cuando reconocer el error o la equivocación es como un balsamo milagroso que cura todas las heridas.

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