El Confesionario LIII
1. Hombre heterosexual, de 37 años, soltero. Me van mucho los juegos, los retos y las fantasías, y tengo la suerte de haber vivido varias experiencias que se salen de lo normal. Me gustaría compartir una que me sucedió cuando tenía 25 años. Quizás no la mejor, pero sí la que comportó más valor, tanto por parte de ella como la mía.
2. Estaba aburrido en casa, no tenía planes para el fin de semana, así que decidí chatear un rato para ver si me surgía algún plan interesante. Soy una persona extrovertida, nunca me ha costado conocer gente, pero siempre me ha gustado probar cosas nuevas, curiosear.
3. Después de bastantes intentos de empezar conversaciones con “chicas” finalmente empecé a hablar con una. Las comillas las he puesto porque en ocasiones dudas de estar hablando con una persona del sexo femenino: los hay que se hacen pasar por mujeres para gastarte una broma. Confieso que yo también se lo hice a una vez a un amigo… y fue muy gracioso.
4. La conversación empezó tal y como se supone que debe empezar con un completo extraño, es decir, intentar conocerse un poco: cómo te llamas, de dónde eres, edad, qué te trae por aquí, gustos… Me estaba resultando una conversación agradable y el sexo no había entrado en escena. De hecho, mi intención era quedar en persona, lo del sexo virtual puede estar bien, puede ser divertido, morboso, pero en ese caso tenía intención de algo más real, de contacto.
5. Decidí a pedirle una fotografía. Me respondió que no tenía inconveniente en mandármela, pero a cambio de ciertas condiciones: ella no quería saber nada más de mí a nivel personal, no quería ver ninguna fotografía, ni tan solo que me describiera físicamente.
6. Le pregunté por qué y fue muy clara al respecto. Me dijo: “Quiero cumplir contigo una fantasía que tengo pendiente, para ello necesito no saber nada más de ti, excepto el hecho de que estés dispuesto a ayudarme a cumplirla”. No me lo pensé dos veces y acepté.
7. Su fantasía consistía en que un completo desconocido fuera a su casa y sin mediar palabra se la follase. Así, tal cual. Primero me sorprendió mucho por ser tan directa, y eso me provoco un poco de desconfianza: no es lo habitual. Luego viendo que la cosa parecía que iba en serio, me empezó a excitar la idea… y se me puso dura.
8. Quise añadir algo más de morbo a la historia y le impuse una condición: que me esperara en la cama, totalmente desnuda y con los ojos vendados. Aceptó encantada y me dio su dirección.
9. Cuánto más me acercaba al lugar de encuentro más nervioso me ponía. ¿Sería una broma? ¿Me esperaría con más gente para hacerme algo? ¿Estaría su marido grabando oculto desde alguna estancia por simple morbo? La verdad es que estuve a punto de volver a mi casa, no voy a negarlo, pero finalmente me planté en su portal, me armé de valor, respiré profundo y llamé a su timbre.
10. No se escuchó nada, solo un clic conforme se abría la puerta. Entré, cogí el ascensor: un piso, dos, tres y, por fin, el suyo. La luz del rellano estaba encendida. Había dos puertas, una a cada extremo, pero solo una entreabierta.
11. Nada más cerrarla a mis espaldas, encontré un post-it en el espejo del recibidor: “Sigue las flechas”. El corazón me iba a mil por hora. Fui de un post-it a otro hasta llegar a una puerta cerrada con el último. Decía: “¡Fóllame!”
12. Entré. Mi respiración estaba agitada. La habitación estaba en penumbra, pero se distinguía perfectamente a una persona bajo las sábanas. Pude vislumbrar que llevaba los ojos vendados tal y como le había solicitado.
13. Tiré de la sábana hasta dejarla totalmente destapada, desnuda ante mí. Estaba también nerviosa: su pecho y vientre dejaban ver una respiración agitada, e intentaba percibir cualquier tipo de sonido.
14. Empecé a quitarme la ropa poco a poco, sin dejar de apartar la vista de ella. No podía creer todo lo que estaba sucediendo. Seguía desconfiado, nervioso, temeroso de ser víctima de alguna broma pesada o algo peor.
15. Una vez desnudo, me acerqué lentamente a su boca y posé mis labios sobre los suyos. Jugué con su boca, sus lóbulos, su cuello…
16. Acaricie sus pechos. Chupe sus pezones. Los mordisquee.
17. Me entretuve con su sexo. Estaba húmedo, muy húmedo. Use mis dedos y mi boca… Me apasiona el sexo oral. Pero no iba depilada y eso me quitó las ganas de dedicarle mucho tiempo. Soy consciente que hay gustos para todos los colores, pero a mi, particularmente, me apetece mucho más saciarme de un sexo rasurado o bien arreglado.
18. Le ofrecí mi sexo estando ella tumbada. Me la estuvo chupando un rato: me follé un poco su boca. No dijo nada, era muy sumisa, muy pasiva… Eso no me gustó, prefiero que sea cosa de dos. Me gusta que una mujer exprese y comunique lo que le está gustando o lo que le apetece hacer.
19. Seguidamente me apeteció estar dentro de su sexo. Decidí yo. En todo momento decidí yo. Ella no decía nada, como dije anteriormente, excesivamente sumisa y pasiva.
20. No duró mucho el encuentro, porque no llegué a estar del todo tranquilo. Era casi como si deseara acabar rápido para irme y comprobar que no me había pasado nada raro.
21. Cuando acabé me preguntó si podía quitarse el pañuelo de los ojos, pero le dije que no, que la fantasía perdería gracia. Le susurré al oído que esperaba que hubiera disfrutado, le di un beso en la boca y me fui.
22. Las fantasías una vez se cumplen pueden no estar a la altura de las expectativas. Es fácil dejarse llevar por los nervios, los miedos, las inseguridades, la falta de confianza, pero aún así, pienso que son importantes, son positivas, y es bueno tener esa chispa en la vida, ese juego, ese hacer lo prohibido, ese atreverse. De mis experiencias, algunas han sido enormemente positivas y otras no tanto, pero no me arrepiento de ninguna de ellas.
23. Confieso que recordando la aventura, escribiéndola… me he excitado mucho. Me ha dejado con ganas de ir a por la siguiente fantasía.
(La próxima entrega de El Confesionario se producirá después de las vacaciones de Semana Santa, pero, por si te picar la curiosidad, una pregunta: ¿quieres saber por qué una lesbiana ha tenido más encuentros sexuales con hombres que con mujeres? Nos vemos después de las fiestas.)
Si te ha gustado leer esta historia real, ¿por qué no te animas a contarnos anónimamente la tuya? Además, tiene premio. Quienes ya han compartido su confe explican que les resultó una experiencia muy enriquecedora y, en ocasiones, hasta excitante. Pero hay algo más (la razón de ser de El Confesionario): mi propósito es que creemos, entre todos, un archivo de historias REALES que hagan frente a toda esa sexualidad pornográfica, malabarista, de grandes titualres y, sobre todo, muy falsa, que nos rodea y que, muchas veces, nos hace creer que lo nuestro no es lo adecuado. Necesitamos un archivo así; algo que nos ayude a normalizar la sexualidad, a derrumbar falsas creencias, a descubrir y aprender… Si te animas, escribe a [email protected] aquello que quieras compartir. A cambio te mandaré uno de mis libros dedicado personalmente o la ilustración que salga publicada, o que tu decidas.
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buffff qué fuerte¡¡ no es mala fantasía pero demasiada valentía para alguien que no sabes ni conoces nada, con los tiempos que corren no me lo puedo creer, ni dejar entrar a un desconocido en mi casa ni ir yo a casa de otro. Más que excitación a mi lo que me da es medio, creo que el sexo no merece tanto riesgo…
La edad te la jugó. Con unos años más seguro que le hubieras sacado más partido a la situación, porque sabe más el diablo por viejo que por diablo y porque los tiempos han cambiado. Ahora eso es más “normal” que hace unos años. Hoy te encuentras con un plan así y te estás dos días.
Madre Mía, qué valientes y “echaos p’alante” que fuisteis!
Yo creo que no me atrevería pero es verdad que a veces te ves tan inmerso en la situación que haces cosas increíbles.
En fin, salud y a continuar disfrutando de tus fantasías/ reales!
Esta relación la habría podido describir yo misma, aunque no de esa forma exacta claro. Yo sí vi la cara del “desconocido” en fotografía antes de quedar, la fantasía me la pidió él, al abrir la puerta le vendé los ojos (yo los llevaba pero lo suficiente para ver la silueta de la cara y vendarselos), y no ocurrió tal como lo explica este caso, pero fue divertido. Lo que tal vez fue un poco decepcionante, lógicamente no se acierta a la primera ni cuando conoces bien la persona, pues imaginaos un desconocido. No fue gran cosa ni obtuve gran placer, y aunque luego se quedó un buen rato charlando amigablemente (de hecho me caía bien, pero después de ver la pésima química, como amigo sólo) y nunca más nos vimos.
Es lo que tienen las fantasías, unas veces cumplirán las expectativas, otras ni se acercarán y algunas otras las superarán, no por ello hay que dejar de fantasear y realizar, ahí está la gracia.
Nina, si no recuerdo mal ella tenía unos años más que yo, sobre los 30.
Estoy contigo, no me gusta quedarme con la duda de…y si..?. Aunque la que realmente fue valiente es ella. Yo soy consciente de como soy yo, de mis intenciones, pero ella lo hizo sin saber nada de mi.
Pues a mí, me parece de mucha valentía los dos…
Comparto la fantasía de ésta mujer , pero jamás me atrevería a hacerla realidad. Me pregunto si es una fantasía común entre las mujeres. Alguna chica se apuntaría?
¿Y entre los hombres? Seguro que con menos miedo.
Podrías haber sido un psicópata. Qué valor la tía. Me quedo con las ganas de saber su edad.
También entiendo tu intranquilidad. Pero si no llegas a arriesgarte, seguro que te hubieras lamentado.
Como se suele decir: ¡Qué te quiten lo bailar!
Pues a mi me hubiera gustado tener una experiencia así; aunque cada uno tiene las suyas, claro.