Las caricias, no solo en la cama
“Sin esperanza”. Así rezaba la tarjeta de admisión de cada niño acogido en un orfanato neoyorquino a principios del siglo XX: pocos cumplían los dos años, a pesar de que sus necesidades básicas (nutrición e higiene) estaban cubiertas. Todo cambió cuando, poco antes de la I Guerra Mundial, un pediatra estadounidense, el doctor Talbot, visitó una clínica infantil alemana y comprobó como una vieja enfermera lograba salvar a los pequeños desahuciados a fuerza de abrazarlos, acariciarlos y hablarles con cariño durante horas. ¿Su secreto? Algo tan simple, como esencial: el contacto humano. Cuando las instituciones empezaron a adoptar la regla de que cada pequeño debía ser abrazado y acariciado varias veces al día, las muertes infantiles cayeron en picado. Ha llovido mucho desde entonces y numerosos estudios han ido aportando nuevas pruebas de que tanto física como emocionalmente las personas necesitan ser tocadas… ¡independientemente de su edad!
Esta historia es una metáfora de lo que sucede en las relaciones de pareja. Para sobrevivir, una unión necesita contacto humano, algo que va más allá de las palabras; de hecho, podemos decir “te quiero” y no dedicarle ni un minuto a la persona supuestamente amada. Son fundamentales, pues, las caricias (juguetonas o relajantes), abrazos (inesperados o de apoyo), besos (robados o inocentes), coqueteos (infantiles o descarados), miradas (cómplices o picaronas)…
Sin embargo, es común ver como en las parejas, las demostraciones físicas de afecto van relegándose a los momentos de intimidad sexual (o situaciones de gran dramatismo o alegría). A medida que pasan los años, el día a día y la dejadez van reduciendo las expresiones afectivas, inhibiendo el deseo. Inhibición que, a su vez, enfría aún más la relación. Es un círculo vicioso.
¿Qué hacer? Tomar conciencia de lo peligroso de esta dinámica y esforzarse por recuperar el terreno perdido. No es fácil, por supuesto, pero para recuperar el deseo, algo supuestamente instintivo, a veces hay que usar la razón, es decir, tomar una decisión racional. Los cuentos de hadas suelen acabar con el típico “se casaron, comieron perdices y fueron felices”, pero en la vida real, la verdad empieza donde acaba el banquete de bodas y esa parte de la historia, nuestra historia, necesita de cuidados tan intensos como los que recibe un recién nacido.
¿Cuánto tiempo hace que no le robas un beso, te acercas a su piel sólo con la intención de disfrutar de su olor, le acaricias sin pretensión de pasar a mayores, juegas con su cabello, sumerges tu mirada en la suya o le miras de verdad o le coges de la mano y juegas con ella? No son cursiladas. Son momentos que ¿has de recuperar?
Pues llego muy tarde pero como me estoy releyendo el blog enterito..todo me interesa..
Al mensaje que escribe Eli, sobre su pareja que no le gusta que le tooquen, y vive desconfiando..creo por mi experiencia que tiene que ver con el pasado..yo no soporto que un desconocido/a que acabo de conocer se tome la libertad de darme un toque en la espalda por ejemplo,sin embargo con quien he cogido confianza y me respeta, noto que espera a ver si estoy receptiva, a ver si lo preciso, a ver si lo demando…entonces me dejo,me gusta y me acerco.
En terapia se ve mucho la relación con el padre/madre marcó eso por algún motivo…
Ahora no me sirve que mis hijos me digan: «te quiero»,nos pasamos de achuchones y besos, eso sí…cuando ambos queremos…
Muy bueno articulo! Podemos comparar las caricias con otra lengua que por supuesto debemos dominar perfectamente para poder comunicarnos con otra gente.
Porque hay personas que le temen al contacto fisico? A mi me gusta pero a mi pareja no se que es lo que le pasa, en la intimidad me acaricia, pero son caricias sexuales, es muuuyyy raro que me toque con ternura, en la normalidad del dia no se atreve a acariciarme y no le gusta que le toque sus manos… Alguien podria decirme que estara pasando con el? El es una persona que no muestra sus sentimientos con palabras ni roces, pero si le gusta que hagamos cosas juntos como salir a tomar algo, al teatro, etc. Es una persona que desconfia de todo y de todos, quiza por las experiencias que ha tenido, y definitivamente no quiere salir se esa concha que utiliza como proteccion.
Que puedo hacer?? Necesito consejos!!
Aquí solemos hablar de parejas, pero este post me ha hecho pensar en la cantidad de personas mayores que viven solas y apenas reciben cariño físico. He pensado en mi madre… Juro que le voy a dar más abrazos y besos., Le digo que le quiero, pero en esto de abrazarla andaba escasa. Gracias por hacérmelo ver.
El contacto no lo necesitamos sólo de la pareja. Últimamente vengo observando a la gente a mi alrededor (quizás porque es más fácil observar a los demás que a uno mismo) y me doy cuenta de lo solos que están aunque estén rodeados de gente. Creo que nos falta precisamente esto, el contacto personal, las caricias, los besos y los abrazos. Nos parece que como estamos conectados a nuestra gente todo el día a través de un aparato electrónico, es suficiente. Y nada más lejos de la realidad.
Cuánto tiempo? Ni cinco minutos 🙂 Yo también lo necesito, creo que todos, en cierta medida, lo necesitamos.
Me ha encantado esta entrada, Sylvia.
Como ha dicho alguien, parece que está mal visto eso de tocarse, acariciarse, jugar, que son cosas para la intimidad. Sin embargo, nos parece normal ver frialdad en una pareja, percibir los problemas que arrastran, incluso presencia una discusión subida de tono. Por no hablar de problemas de trabajo, económicos, de salud, de familia. Se pueden mostrar muchas cosas sin que levanten sospechas pero no se os ocurra daros un beso en la boca, poner una mano en el culo o deslizarla por la axila rozando un seno, podéis ser expulsados del local y rechazados por las miradas de vuestros acompañantes. Esta es la cultura que hemos recibido. Los americanos censuran un pezón en las pelis, pero pueden morir xcientos sin problema. La moral dominante. Añadamos que a nosotros, los españoles, la mayoría de estos gestos de cariño, deseo y complicidad, nos parecen cosas light (por no decir directamente mariconadas). A nosotros nos sobra todo lo que no es imperatio. O sea, para hacernos una trepanación cerebral y cambiarnos la combinación secreta.
Es curioso como un gesto simple y cotidiano te puede alegrar el día: un beso, un abrazo, la caricia de una mano, una palmada en la espalda, que se acerque por detrás y apoye la barbilla en tu hombro, esa mano cariñosa que te toca la frente cuando estás enferma aunque no tenga ni idea de qué te ocurre, las cosquillas…
Mis abuelos, que tienen 92 años y llevan 73 casados, si bien discuten mucho, es frecuente verlos agarrados de la mano, dándose besos, ella provocándole para reírse y abrazarlo, cantándole canciones, acariciándole el pelo, y con más vitalidad que muchos jóvenes. ¿Habrá forma más pura de manifestar afecto por alguien?
El refrán mas o menos dice: «a un niño antes que teta dale cariño»…
Precioso Sylvia!
Y tan cierto..
Después de 32 años de casada, hemos comenzado con mi pareja un trabajo con una sexóloga ya que nos pasaba justamente todo esto que comentas en tu estupendo artículo… el tiempo, la rutina, la falta de estímulos, nos habían llevado a ser dos compañeros de piso, simplemente… casi sin contacto físico, pero, por suerte, con una buenísima comunicación y unas enormes ganas de salir los dos adelante con esto.
Así que acudimos a una sexóloga, con la que llevamos trabajando dos meses, con estupendos resultados! hemos recuperado LA PIEL! hemos vuelto a sentir cuánto nos gusta esa piel tan conocida, pero, tan íntima, el beso, la caricia, la conexión…
Y sabes qué? La parte genital, de momento ha perdido esa prioridad, por la cual acudimos a la consulta! No buscamos más que reencontrarnos! Y si luego hay encuentro genital, mejor… pero, ha perdido esa urgencia… Nos parece más importante volver a tocarnos con placer, más allá del coito.
Precioso.
¡Estupendo artículo, Sylvia! Las caricias no deben limitarse a la relación de pareja, también hay que practicarlas con los hijos, los padres, los abuelos… Son un acto de amor con consecuencias positivas para la salud, por supuesto.