1. Tengo 30 años y me podría definir, para entendernos y no complicarme con las explicaciones, como una mujer heterosexual, aunque me atrae la idea de la flexibilidad de roces. Me apetece mucho estar con una persona de mi sexo. Estoy en un momento en el que me interesa abrirme al ser humano sin distinción de género ni orientación sexual. Tengo algo más que curiosidad sexual, aunque ésta no falta.
2. Nunca tuve prejuicios sexuales cuando me venía la palabra sexo a la cabeza, lo único es que, en comparación con la media, mi necesidad de explorarme fue tardía… y después de mantener mis primeras relaciones sexuales sin mucho éxito. La alta represión y la desinformación en mi entorno fueron mis peores enemigos cuando era joven. Ahora, no es que no tenga prejuicios en torno a cualquier práctica o “lo que sea” en relación al sexo, sino que me excita transgredir todo lo transgredible.
3. Me sulibeya la idea de tener sexo en público con quien, cuando y como me apetezca. Me da morbo masturbarme con gente alrededor sin que se enteren o en espacios públicos: como en cualquier medio de transporte, parques… Me he masturbado en el bus y el tren muy a menudo (en parques u otros sitios no lo hice con demasiada frecuencia) y lo hice aún cuando había alguna gente cerca (si aparecía la necesidad por cualquier razón, la intentaba satisfacer).
4. Una vez, estando en una piscina de un balneario, me masturbé con un de los tantos chorros que había y, desde entonces, cada vez que fui me dejé seducir de muy buena gana por ése y por cualquiera de sus compañeros y vecinos. Tanto fue así que una de las personas encargadas de esa zona del balneario me dejó de saludar y me parece probable que el motivo fuese mi buen rollo con lo chorros. Fue un período de tiempo en el que me satisfacía tener sexo conmigo en cualquier sitio, ahora me apetece tener sexo compartido en cualquier lugar… con lo que no echo de menos hacerlo sola en ese tipo de sitios.
5. Hasta hace cuatro años mi vida sexual fue escasa y pobre en grandes disfrutes, pero conocí a una persona que marcó un punto de inflexión en mi vida. Nos conocimos en su lugar de trabajo. Estaba casado desde hacía años y sigue estándolo. Hubo más que química entre nosotros: es el mejor amante que he tenido.
6. Me lleva alrededor de 33 años, lo que provocó que, en ocasiones, desempeñara el rol de padre conmigo, algo que me gustaba mucho (a veces). La mayor parte del tiempo estábamos rodeados de gente conocida y no siempre era posible escaquearse y compartirnos; aún así, nos apañamos bastante bien, diría yo. Me encantaba cómo me ponía sin querer. Despertaba en mí mucha lujuria, era impresionante.
7. En más de una ocasión teníamos la puerta abierta mientras nos divertíamos y juraría que alguna persona que por allí pululaba nos vio o nos intuyó, pero, afortunadamente para él, no tuvo consecuencias en su vida.
8. Me encendía que me la comiera, me la comía muy bien. Cada vez que pienso en cómo me la comía deseo otra vez su cabeza entre mis piernas. Él me decía que yo se la comía también muy bien, y que olía a sexo (buf, esto me chiflaba).
9. A pesar de que fue muy intenso, me supo a poco; quiero decir que con él me atrevería y agradaría haber hecho de TODO, mucho más de lo que hicimos… pero no fue posible. Él arriesgaba prácticamente toda su vida, una vida muy estable, con una pareja sólida y dos hijos. Una vida completa y que le satisfacía. A mí todavía me quedada mi guión por escribir.
10. La vida nos separó (a él le vino bien que nos separase para no despistarse y yo con mayor o menor satisfacción lo acepté) no sin dejar de pensarnos… Y ahora me alegro de que haya sido así, me doy cuenta de que era lo que necesitábamos vivir en esos momentos. Además, éramos tan compatibles en la cama como incompatibles fuera de ella.
11. Pasaron unos años sin saber nada el uno del otro, pero hace unos meses se puso de nuevo en contacto conmigo y, tras aclarar o expresar algunos sentimientos que habían estado latentes en todo ese tiempo, me volvió a poner cachonda otra vez. Pero de esta vez la distancia física que nos separaba sólo nos permitió un contacto virtual, que no por ello menos real. Fue distinto, pero me gustó mucho, como siempre. Me revitalizó de nuevo. Me hace conectarme con mi instinto y por lo tanto me conecta a la tierra y me aviva el cuerpo. Aunque también he pasado no tan buenos tragos con él, siempre me sentía viva, y esto es muy importante: sentir que estás viviendo y no muriendo lentamente.
12. Ahora mismo me apetece que haya un final abierto, o más bien puedo decir que prefiero que no haya final, que según lo que nos apetezca, hagamos. Como si no nos apetece mantener ningún tipo de conexión temporal o definitivamente, así lo aceptaré.
13. Desde que lo conocí, se desvaneció el prejuicio de la edad para mantener relaciones, sobre todo si son sexuales. Sé que se puede disfrutar con muchos tipos de personas de distintas edades. A veces pasa que la edad del pene no se corresponde con la que muestra el DNI de la persona propietaria. Siguen pasando los años, sigo teniendo experiencias cortas con chicos, y sigo teniendo algo más que buena memoria de nuestro encuentro, algo que al mismo tiempo me nutre y me frustra, porque no quiero sentir que lo bueno, además de durar poco, ya pasó…
14. Lo que sí que me encantaría es conocer a alguien con el que pueda disfrutar tanto o más, si cabe, con el que poder tener una relación estable y muy placentera. Alguien con quien satisfacer TODAS mis fantasías, que no son pocas, y que sólo podría satisfacer con él.
15. Después de estar con ese señor, la verdad es que cada vez que estoy con un chico, me siento rara en todos los sentidos. La conexión afectivo-sexual no es tan intensa, disfruto mucho menos en la cama, noto que no hay mucha compatibilidad sexual; es como si me sintiera torpe, al igual que también los siento a ellos, y eso que la mayoría venía de tener experiencias prolongadas, no como en mi caso. Es más, mientras estoy con ellos, después y con el paso del tiempo, me acaban apagando, se me baja el deseo poco a poco o de golpe. Aunque puede sonar algo frustrante todo esto, también debo decir que al menos ahora no llego a obsesionarme con la gente con la que no disfruto, una enfermedad que padecí durante mucho tiempo y de la que me fui curando después de ese gran roce. Tanto es así que hasta me dedico más tiempo a mí misma que antes, y en todos los sentidos lo digo. Por ejemplo, no me importa estar escarbando en mis entrañas varias horas seguidas en busca de tesoros, porque tengo el deseo más crecido para hacerlo. Me hizo conectarme más a mí misma, por eso ahora sé que 10 orgasmos no son muchos, ni uno muy bueno es poco y que tener un buen amante es muy importante.
16. Recientemente he tenido una aventura que apenas duró 5 meses y la última vez que estuve con un chico fue hace menos de un mes. Mentalmente me acuerdo de ellos, pero no dejaron una honda huella en mi cuerpo. El viento y el tiempo los acabarán borrando. Ellos vinieron a recordarme que ser mi mejor amante era imprescindible, entre otras cosas.
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]]>Hace un tiempo, una parroquiana* me planteó la siguiente cuestión: a pesar de saber que la comunicación verbal es importante temía que decírselo todo a la pareja pudiese provocar que el sexo fuera predecible. “Cuando hablas de frente y francamente sobre lo que quieres, ¿no estás matando la pasión, el deseo?”, se preguntaba. Su temor, decía, es que “si conoces de antemano lo que va a pasar… se puede volver aburrido”. Algunas cuestiones que se me ocurren, seguro que se os ocurren muchas más ¡y espero vuestros comentarios!
- Hablar de sexo, cuando se hace de forma efectiva, permite que ambos tengamos las cosas claras sobre gustos, necesidades, deseos y preferencias del otro y eso propicia tener más sexo, disfrutarlo más y tener más orgasmos. Lo demuestran los estudios que se han hecho respecto a los efectos de la comunicación sexual y es fácilmente comprobable. Precisamente no hablar es uno de los grandes errores, obstáculos, para el placer.
- Me cuesta creer que porque una persona sepa que ahora su amante le va a vendar los ojos/comer el sexo/hablarle obsceno/lo que sea que le ponga no se va a excitar por ello, si eso es lo que desea y le excita. Lo tengo claro: prefiero decirlo/pedirlo a quedarme con las ganas por no hacerlo. Es como cuando juegas… No porque sepas que es un juego tiene que dejar de emocionarte. Si jugamos a pillar (me chifla y sigo jugando a la que puedo… o sea casi nunca, ¡puaf!) corro como una loca para que no me atrapen y hasta me pongo histérica gritándome mentalmente “¡qué no me pille, qué no me pille!”. Sé que es mentira, sé cómo acaba, sé… ¡pero no dejo de disfrutar por ello! Pero esa soy yo, no sé qué opinarán los demás. Aunque… yo animaría a todo el mundo a darse una oportunidad a mentirse, a hacer que no lo sabes… ¡y a disfrutarlo igual!
- Otra cuestión es que por verbalizar un deseo o necesidad nuestra pareja nos conceda nuestra/s demanda/s. Puede que no lo haga, pero si fracasa nuestra petición, podremos decidir qué hacer al respecto: aceptar su negativa, renunciar a nuestro deseo, replantearnoslo, darle tiempo al otro para que entienda o encuentre el camino, cubrir nuestra necesidad en otra parte, dejar la relación… Y no, no estoy incitando a nadie a buscarlo en otra parte o decir aquí se acaba lo nuestro, lo menciono como posibilidad… real como la vida misma.
- Creo, como dice la parroquiana causante de este post, que “lo implícito es más excitante que lo explícito, por esa razón un tanga es más seductor que un desnudo”. Sin embargo, creo que esa forma de pensar no es aplicable a la comunicación sexual, porque nadie es adivino. Las mujeres todavía nos creemos lo del príncipe azul que nos lea, adivine… y eso no existe. Prefiero explicarme que perderme la oportunidad de que me haga lo que quiero. Por loco o desvergonzado o perverso que sea mi deseo.
- Otra cosa es pasarse el día hablando de deseos y haciendo poco = ahogarnos en palabras que no acaban materializándose. Se me ocurre, por ejemplo, el típico yo te cuento una fantasía de trío, tú me sigues el rollo, acabamos diciendo que lo haremos y nos pasamos años con esa historia… Podría generar frustración ver que en realidad ese mucho bla, bla, bla jamás llegará a nada más. Peor si me hiciste creer que tenía una posibilidad.
En definitiva y por ahora, esperar que nos adivinen no suele dar buen resultado, ser claros en nuestras necesidades y deseos ayuda a disfrutar más del sexo, porque no dejamos al azar que se haga realidad lo que anhelamos. Muero antes de vergüenza que de inanición.
Si te interesó este post igual quieres leer “¿Y si te atrevieras de decírselo?” sobre cómo hablar de sexo. E cuanto a lo de hablar del número de parejas que hemos tenido, te recomiendo leer “Tengo un pasado sexual… ¿acaso tú no lo tienes?”.
* Gracias a B.P. por motivar, ¡tantas veces!, mis neuronas.
]]>El contenido de nuestro segundo “Y tú, ¿qué opinas?” nos lo envía un hombre que expresa su deseo de experimentar la sumisión, pero teme que eso afecte el equilibrio de poder en su pareja. Su email dice así:
“Mi mujer y yo tenemos la misma edad: menos de 30 años. Cuando empezamos a salir ambos éramos vírgenes. Llevamos nueve años de relación (100% heterosexual) y siempre hemos hablado abiertamente de nuestra sexualidad y hemos experimentado más allá del sexo tradicional, es decir, pene dentro de la vagina: sexo oral, beso negro (cosa que me fascina hacerle), siento debilidad por sus pies (besarlos, lamerlos), sexo anal a ella y ella a mí con juguetes…
Desde hace algo mas de un año hemos caído en lo rutinario, como si el fuego se hubiera apagado un poco, y solo tenemos intimidad una vez por semana, a veces hasta pasan 15 días. Sin embargo, hace unos meses ella se transformó, se me subió encima, me tiró del cabello y me sometió un poco… Luego me exigió que me diera la vuelta (me asuste) y me dio un par de nalgadas, cosa que, aparte de no molestarme, me causo una sensación de placer que desconocía totalmente. Para ser sincero: me excitó que me sometiera y me quede con ganas de sentir más de esa mujer dominante. Unas semanas después lo hizo mas fuerte (me gusto mucho) y me pidió que se lo hiciera a ella e incluso que la mordiera. Disfrutó mucho cuando la domine.
Hace unos días nos estuvimos mensajeando… y una conversación llevo a la otra y me confeso una fantasía que tiene y quiere hacer realidad: ser mi Dominatrix, Quiere usar tacones altos, lencería, correas de cuero, palas de madera… Cosas que me imagino en ella y, sinceramente, uf, ¡qué bella! Quiere someterme a sus deseos y tiene muchísimas ganas darme una lluvia dorada en el cuerpo, sin tocar mi cara; cosa a la que no me opongo, al contrario, me parece excitante.
Nunca hemos hecho ni experimentado estas cosas. No niego que me ha causado placer ser sometido por ella y verla dominarme y darme nalgadas con autoridad: su cara de placer y excitación al hacerlo es impresionante y he notado que sus orgasmos han sido más intensos. Siento que esto puede devolvernos la chispa que perdimos en el camino y sé que ella también lo cree así. Me habló de que esto nos uniría mucho más en la intimidad y reforzaría nuestra confianza. Tambien me hablo de un tal Grey … y ahora acabo de enterarme de quién es, por el post que hiciste sobre Cuatro ideas Grey para darle un toque “sado” a tu vida sexual.
Mi único temor es que mi imagen de hombre y de líder de nuestra relación se vea afectada por esto. Amo a mi esposa y ella a mí, hemos vivido y experimentado muchísimas cosas (en las que ambos éramos vírgenes), ya que estamos juntos desde jóvenes (desde la Universidad), y no quiero que su imagen de mí cambie, pero tampoco quiero decirle que no, ya que siempre hemos estados abiertos a experimentar con nuestros cuerpos (siempre entre nosotros).”
Fin del email. Ya sabes, a partir de aquí te toca: ¿quieres darle tu opinión? ¿Has pasado por la experiencia? Si es así, ¿la compartes? Si no, ¿te tientan los juegos de dominio-sumision? Si te animas a opinar, recuerda que lo que más le preocupa es que su esposa deje de verle con los mismos ojos -es decir, que su imagen “de hombre y de líder de nuestra relación” cambie- si él accede al juego. ¿Cómo lo ves?
Estaba pensando que este caballero se animó a plantear la cuestión tras la publicación de la penúltima entrega de El Confesionario donde un parroquiano nos explicaba sus necesidades no satisfechas en este terreno. Cada vez me gusta más la interacción que genera este blog. Mil gracias por todas las aportaciones. De todos aprendemos.
]]>1. Mujer de 30 años, single, he tenido más de 20 parejas sexuales. Soy heterosexual, pero me encanta el cuerpo femenino y muchas veces me sorprendo fantaseando con tener sexo oral con una mujer.
2.Tuve mi primer orgasmo con 10 años, cuando ni siquiera sabía lo que era uno. Estaba en mi cama frotándome contra la almohada, notaba que algo explosivo estaba a punto de llegar, y cuando conseguí lograrlo fue increíble. Durante muchos años he seguido masturbándome así.
3. He sido una chica muy insegura de si misma, que casi nunca se atrevía a decir lo que quería de verdad: he crecido en una cultura muy conservadora en la que estaba continuamente preocupándome de lo que pensaba la gente de mi.
4. Mis novios han sido siempre más amigos que amantes, estaban allí para guiarme y soportarme en todo lo que hacía. Y todo lo que hacía tenía que ser perfecto para que mi familia estuviera orgullosa de mi y la gente no pudiera pensar mal de mi.
5. Hace cinco años que vine a vivir a España. Salir de mi país me ha ayudado a trabajar sobre mi inseguridad, liberarme de muchas presiones y tabúes y, por supuesto, explorar este mundo tan variado y espectacular que es el sexo.
6. Mi última relación acabó hace dos años y hasta ese momento siempre había fingido en la cama, disfrutaba más sola. Fue el día que me acosté con un medio desconocidoy pensé que no tenía porqué fingir ni preocuparme de quedar bien si, total, no lo volvería a ver. Así que me concentré solo en lo que sentía, en las vibraciones de mi cuerpo, como cuando estaba sola. En el momento en que lo tenía detrás de mi, cogiendome por las caderas, empecé a tocarme de la forma más espontanea y natural, y me corrí enseguida, y me temblaron las piernas. Fue algo que no olvidaré nunca… como mis primeras experiencias con la almohada.
8. Después fue fácil, ya había salido del circulo del “no puedo, no puedo”, yo también podía tener un orgasmo con alguien, no importaba si tenía que tocarme o pedirle que me tocara.
9. Después de dejarlo con mi último novio he ampliado el surtido de mis juguetes sexuales y he ligado con muchos chicos, aunque no siempre acabábamos en la cama. Me gustaba coquetear, sentirme deseada y dejarlos muriéndose de ganas.
10. Dos veces me he acostado con dos hombres a la vez, ambas veces sin buscarlo. Sentirse tan deseada por dos al mismo tiempo es algo que cualquier mujer debería experimentar. Quería probarlo y cuando se presentó la ocasión me dejé llevar. Me gustó el hecho de tenerlos pendientes de mi, sentirme el doble de deseada, notar el sentimiento de complicidad y competición que se crea entre ellos. Aún así, creo que es una de esas cosas que una vez probadas pierden su encanto, es decir, yo ya no fantaseo con ellas.
11. Luego un día me encontré con él… y ahora su olor, su sabor, sus besos, sus manos, su mirada sexy, me tienen totalmente perdida. El es en la actualidad el objeto de todas mis fantasías, es el que cada noche invade mis sueños haciéndome ver las estrellas, es el que me provoca una atracción sexual tan fuerte, que no puedo desprenderme de ella en todo el día.
12. Con él me gusta hacer de todo y siempre me satisface, sabe exactamente que hacer, cuando y como, pero si tuviera que elegir me quedaría con el sexo oral. Me vuelve loca la forma en la que me lo hace, sobretodo cuando suma sus dedos a su lengua, y yo, estaría horas haciéndoselo a él. Me mata saber que me mira y que se está muriendo de placer.
13. Me gusta ver juntos pelis porno, darnos masajes sensuales y compartir con él mis juguetes sexuales. Me vuelve loca despertarme notando su respiración en el cuello mientras me besa y me acaricia dulcemente. Me encanta sentirle dentro de mi y me excita mucho que me de cachetes y que me apriete fuerte, sentirme sumisa, dejarme hacer mientras estoy atada, acceder a todos sus deseos.
14. Con el me siento sexualmente libre y he llegado a tener tres orgasmos en una noche. Una vez tuve uno solo mirándole mientras me chupaba los píes. Le cuento mis sueños y mis fantasías, y sé que le encanta, tanto que lo haga en un mensaje como que se lo susurre al oído.
15. Le he confesado que lo que más deseo es tener un trío con él y con otra mujer, pero no parece ser fácil conseguirlo. Digo que no es fácil porque no queremos una profesional, nos gustaría que surgiese de forma natural con una conocida o por ahí, en un bar y que haya primero un coqueteo, un poco de juego y si acaso… pues acabar en la cama… que es lo que me pasó cuando estuve con dos hombres. No es fácil encontrar una mujer que quiera algo con una “pareja”… o a lo mejor no sabemos bien cómo hacerlo ni dónde buscar.
16. Me gustaría poder usar ropa más sexy en nuestras citas sexuales, pero el prefiere la espontaneidad a los encuentros preparados de antemano. Aún así no parece querer tener sexo donde “no se debe”, lo que me daría mucho morbo.
17. Desde que tengo esta relación con él no he tenido sexo con ningún otro hombre, aunque entre nosotros no haya ningún compromiso, el tiene su vida y yo la mía. A veces me pregunto que pasaría si uno de los dos encontrara otra persona…
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]]>“Sin esperanza”. Así rezaba la tarjeta de admisión de cada niño acogido en un orfanato neoyorquino a principios del siglo XX: pocos cumplían los dos años, a pesar de que sus necesidades básicas (nutrición e higiene) estaban cubiertas. Todo cambió cuando, poco antes de la I Guerra Mundial, un pediatra estadounidense, el doctor Talbot, visitó una clínica infantil alemana y comprobó como una vieja enfermera lograba salvar a los pequeños desahuciados a fuerza de abrazarlos, acariciarlos y hablarles con cariño durante horas. ¿Su secreto? Algo tan simple, como esencial: el contacto humano. Cuando las instituciones empezaron a adoptar la regla de que cada pequeño debía ser abrazado y acariciado varias veces al día, las muertes infantiles cayeron en picado. Ha llovido mucho desde entonces y numerosos estudios han ido aportando nuevas pruebas de que tanto física como emocionalmente las personas necesitan ser tocadas… ¡independientemente de su edad!
Esta historia es una metáfora de lo que sucede en las relaciones de pareja. Para sobrevivir, una unión necesita contacto humano, algo que va más allá de las palabras; de hecho, podemos decir “te quiero” y no dedicarle ni un minuto a la persona supuestamente amada. Son fundamentales, pues, las caricias (juguetonas o relajantes), abrazos (inesperados o de apoyo), besos (robados o inocentes), coqueteos (infantiles o descarados), miradas (cómplices o picaronas)…
Sin embargo, es común ver como en las parejas, las demostraciones físicas de afecto van relegándose a los momentos de intimidad sexual (o situaciones de gran dramatismo o alegría). A medida que pasan los años, el día a día y la dejadez van reduciendo las expresiones afectivas, inhibiendo el deseo. Inhibición que, a su vez, enfría aún más la relación. Es un círculo vicioso.
¿Qué hacer? Tomar conciencia de lo peligroso de esta dinámica y esforzarse por recuperar el terreno perdido. No es fácil, por supuesto, pero para recuperar el deseo, algo supuestamente instintivo, a veces hay que usar la razón, es decir, tomar una decisión racional. Los cuentos de hadas suelen acabar con el típico “se casaron, comieron perdices y fueron felices”, pero en la vida real, la verdad empieza donde acaba el banquete de bodas y esa parte de la historia, nuestra historia, necesita de cuidados tan intensos como los que recibe un recién nacido.
¿Cuánto tiempo hace que no le robas un beso, te acercas a su piel sólo con la intención de disfrutar de su olor, le acaricias sin pretensión de pasar a mayores, juegas con su cabello, sumerges tu mirada en la suya o le miras de verdad o le coges de la mano y juegas con ella? No son cursiladas. Son momentos que ¿has de recuperar?
]]>1. Hombre heterosexual en la realidad y polisexual en la fantasía. Me explico. En la realidad mis relaciones sexuales han sido, casi exclusivamente con mujeres. En mi mente mi posición sexual ha sido cualquiera: hombre (homosexual o hetero) mujer (homosexual o hetero), transexual, travestido… La mente tiene esto… ¡y que luego nos digan que sólo existen tres dimensiones!
2. Cuarenta y pocos, con pareja. He tenido algunas parejas sexuales (6), siempre con amor.
3. Los inicios fueron fatales. No disfrutaba en absoluto. Creo que sufrí todos los traumas masculinos habituales: el tamaño, el tiempo de eyaculación… Casi era más una obligación social que una forma de relacionarse con el otro sexo. Curiosamente lo que más me gustó durante un tiempo (cuando tenía entre 15-17 años) fue masturbarme junto a otro chico.
4. Durante los años de relación en pareja, había sexo: poco, insatisfactorio y rutinario. ¡Qué panorama! El medio responsable soy yo. Aquí que cada uno aguante su vela. Quejarse y culpabilizar a la pareja, es muy fácil pero poco realista.
5. El punto de inflexión: un día descubrí una página web de dominación femenina. Esos relatos y vivencias me despertaron algo muy profundo. Unos sentimientos que tenía escondidos en lo más íntimo. Me hicieron revivir una fantasía que tenia de pequeño (muy pequeño). Realmente era algo que tenía totalmente olvidado y que de golpe se me apareció como algo totalmente actual.
6. Flash back: en esta fantasía yo “vivía” en un país de amazonas. La reina (una mujer madura espectacular) me tenía sometido y encerrado en una jaula encima de la cual ella se sentaba. Realmente, escrito así, puede no sonar nada sensual (repito, era muy pequeño).
7. A partir de ese día quedé fascinado con todo lo que rodea al mundo D/s (Dominio/sumisión). He leído mucho, he entrado en páginas web y chats, y hasta un día probé con un ama profesional. La experiencia con la Ama consistió en una sesión que tuvo lugar en una mazmorra de mi ciudad. Solamente el ambiente del sitio, la decoración, los aparatos… ya me excitaban. Lo primero que me obligo fue a desnudarme, para mantener su posición de superioridad. Durante la sesión me deshice para contentar a mi Ama. La serví, le ofrecí placer, la cuidé y sobretodo intenté servirla en sus deseos y adivinar como mejor contentarla durante todo el rato. Ella en ningún momento demostró el mas mínimo respeto ni agradecimiento hacia mí. La situación me excitó muchísimo. Finalmente me permitió correrme de forma totalmente degradante, como quien ordeña. Me obligó a limpiar el suelo que había manchado con mi semen. No he vuelto a una sesión con una Ama profesional porque económicamente no me lo puedo permitir, pero las situaciones y vivencias de esa tarde siguen manteniendo muchas de mis fantasías y recuerdos. Realmente la imaginación sigue siendo mucho más potente que algunas situaciones reales. De todas formas me encantaría tener una relación D/s de manera continuada.
8. En las relaciones de femdom (dominación femenina) no me interesan especialmente las relaciones físicas o con dolor. Aunque no las he vivido, en mi mundo de fantasía, me excitan mucho más las relaciones de dominación psicológica: la negación de orgasmo, la satisfacción sexual del Ama, la sodomización, la ridiculización delante del Ama y sus amigas, la asunción de cuernos y hasta me que mi Ama me forzara a tener relaciones sexuales con otros hombres o transexuales. No sé cómo reaccionaría si todas estas situaciones se hicieran realidad, pero en mi mundo imaginario me excitan mucho.
9. Me encanta imaginarme propiedad de una Ama, a la cual adoro y ella también a mí. Servirla sería mi mayor satisfacción. Al llegar cansada del trabajo me encantaría poder masajear a sus pies y piernas. Cuando ella tuviera ganas me utilizaría para satisfacer sus caprichos sexuales. Especialmente me gustaría hacerla llegar con la lengua. Si durante unos días quedara satisfecha de todos mis servicios me permitiría masturbarme. Siempre me obligaría a tragarme el semen… Si algún lector tiene experiencia en leer relatos de D/s verá que son fantasías de lo más común.
10. Como he dicho anteriormente he entrado en páginas web, chats y otras fuentes. Aun así no he conseguido contactar con amas. ¿Existen? Los locales que conozco están muy orientados al BDSM (acrónimo de bondage, disciplina/dominio, sumisión/sadismo, masoquismo). En casi ninguno hacen jornadas de femdom.
11. Iniciar a una pareja en un juego de este estilo no es fácil: ¿pensará que soy un raro? Me la imagino pensando: ¿Quiere que sea su reina en la cama y fuera de ella? ¿Quiere pasearse desnudo delante de mis amigas y que ellas le humillen? ¿Me está diciendo que no disfruta haciendo el amor? ¿Quiere que le ponga su semen en la boca?
12. Me gustaría poder terminar diciendo lo satisfactorio que ha sido adoptar este estilo de vida en mi pareja y lo felices que ahora somos mi mujer y yo. Pero la realidad es que sigue siendo, por ahora, todo fruto de mi imaginación.
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]]>En las películas es lo habitual, en la vida real… ¡ni por asomo! Para la mayoría de las parejas es un imposible (quizás lo logren el 15% y no siempre), o sea que si te obsesiona esa sincronía orgásmica, toca darse un respiro o al menos tener un plan de acción realista. Te lo detallo enseguida, porque sin ser muy partidaria de este tipo de recetas, porque suelen acabar añadiendo más tensión que placer, también creo que tú decides.
Explico mis reticencias. Cuando se tiene un objetivo, y más si es uno tan exigente, es fácil empañar el encuentro porque solemos acabar siendo espectadores de lo que sucede: esa obsesión de lograr algo concreto nos distrae de lo importante, es decir, sentir en presente, sin medir, juzgar, comparar, evaluar... Esas actitudes suelen ser causa de no lograr el objetivo, porque cualquier forma de exigencia o expectativa sexual poco realista suele jugar en nuestra contra. (Si te has visto reflejado en lo que acabas de leer, abre los enlaces destacados.)
Momento anti-publi. Antes de seguir, imagino que habéis visto este anuncio, pero por si acaso no fuera así, lo subo. No negaré que está bien resuelto, pero ¿de verdad crees que un preservativo va a ser capaz de acelerar el clímax femenino y ralentizar el masculino hasta acompasarlos? ¿Nos han tomado por tontos?
Mejor volvemos a la realidad. ¿Por qué cuesta tanto el orgasmo simultáneo? Por razones obvias (tanto que hasta me cuestiono si debería estar escribiendo esto). Para empezar, cada persona tiene su ritmo y esperar que cuadren es pedir un extra… innecesario a mi modo de ver. Pero, sigamos, a esa diferencia, hay que sumarle que, cuando hablamos de llegar a la vez, solemos referirnos al sexo coital y a la mayoría de las mujeres les cuesta lograr la estimulación adecuada durante la cópula y, aún lográndola, no son pocas quienes necesitan más tiempo de lo que el hombre suele aguantar. Y ese comentario no pretende iniciar un debate en torno a si a nosotras nos cuesta mucho llegar o ellos se disparan muy deprisa. De esta cuestión ya nos ocupamos, en parte, en el post ¿Cuánto tiempo ha de durar el sexo?
Si ni por esas te he convencido de lo superfluo de esta meta, aquí tienes algunos consejos que quizás te ayuden a alcanzarla:
- Conoceros a fondo. Cuanto más sepáis leer vuestras propias señales, las personales (me falta bastante, estoy a punto, necesito ralentizar, subir el ritmo… ) y las de vuestra pareja, más facilidad para hacer diana en común. ¿Hasta qué punto te conoces/le conoces? ¡Ajá!
- Aprender a controlarse. Eso suele mejorar con los años. Es probable que si él logra ir al ritmo de ella, las posibilidades aumenten.
- Dedicarle mucho tiempo a los preliminares para que ella esté a punto. Esto podría traducirse, por ejemplo, en llevarle al borde del orgasmo (estimulándole el clítoris) y solo entonces practicar la penetración.
- Hay quien recomienda dejar que él llegue antes, porque puede que la segunda vez controle mejor. Como comprenderás esto no es aplicable a todo el mundo (¿a ti/tu pareja?): hay quien no logra una segunda ronda y hay quien ni en la segunda controla…
- Nosotras podemos ser multiorgasmicas… eso amplía las posibilidades. Si tú no lo eres o crees que no lo eres (o tu chica no lo es o crees que no lo es), ¿por qué no te/le sigues estimulando una vez logrado el orgasmo para ver qué pasa? Igual te sorprende/s. (De eso hablaré otro día.)
- ¿Y si lo probáis primero practicando la masturbación? Luego aplicáis lo aprendido al coito. Insisto: suele ayudar que él se adecue al ritmo de ella.
- Elegir la posición coital que permita un buen acceso al clítoris (para estimularlo, para qué va a ser) o donde mejor roce reciba (ídem) al juntarse los cuerpos.
- Incluir el vibrador en vuestro juego.
Dicho esto, sigo preguntándote si no sería mejor simplemente hacer y disfrutar sin importar quien va antes o después, siempre y cuando ambos acabéis satisfechos. Eso es lo que propugna este vídeo, una mofa del original ¡y una visión mucho más realista e inteligente!
_________________ TALLERES EN BARCELONA, GIRONA, MADRID Y PALMA DE MALLORCA.
Más info también picando en los enlaces:
- “Solo para hombres” Si me prestas seis horas de tu vida, mejor dicho, las compartimos y nos planteamos juntos cómo vivimos nuestra sexualidad, ¡te cambio el chip! ¿Te animas?
- “Tu sexo es tuyo: cómo lograrlo”. Lee los comentarios de quienes ya han asistido y apúntate.
]]>1. Soy una mujer de 37 años, casada y sin hijos. Hace dos años y ocho meses conocí a un hombre, también casado, que inmediatamente me dejó pasmada por su caballerosidad, su cultura y su hermosa voz. Ambos somos diseñadores gráficos y debo decir que jamás había conocido a nadie con tanto talento como él.
2. Debo decir que soy una mujer atractiva. Lo sé porque me siento a gusto con mi rostro y mi cuerpo, y porque desde que tenía 15 he sido lisonjeada hasta el cansancio. Es por eso que cuando este hombre no actuó como la mayoría, llenándome de halagos, me obsesioné con él.
3. Un buen día le envié un mensaje de texto, a manera de broma, en el que le decía que ese día hacía mucho calor, y que deseaba estar junto a una piscina, a la sombra de un árbol… y que si le apetecería darme un masaje en los pies. A partir de ese momento, no volví a saber nada de él durante más de tres meses.
4. Yo le llamaba a su móvil, le enviaba mensajes fingiendo no haberme dado cuenta de nada, y cuando llamaba a su oficina siempre estaba en junta o no se encontraba.
5. Supongo que sabrán qué sigue, porque después de un tiempo en el que yo ya había perdido la esperanza de volver a verlo, se apareció por la empresa en la que trabajo y me invitó a tomar un café. Tan sorprendida estaba yo de verlo, que ni siquiera se me ocurrió hacerme la interesante, simplemente tomé mi bolso y salí con él lo más aprisa que pude, como para no darle tiempo de que se arrepintiera.
6. La cafetería a la que me llevó era pequeña, pero a esa hora del día estaba desierta. Me explicó que no me había llamado porque la imagen que le di de mi en la piscina lo había inquietado demasiado. Me dijo también que jamás había sido infiel a su esposa, pero que no podía dejar de pensar en mí. Me dijo que ni siquiera su esposa había despertado en él tal intensidad en sus impulsos sexuales, y que todo ese tiempo había estado luchando con eso, hasta ese día.
7. Pues bien, esa misma tarde nos fuimos a un motel, y vaya experiencia… con decir que yo jamás había practicado el sexo anal, y en esa ocasión estaba tan excitada que pude alojar todo su miembro en mi culito de una sola vez, y además me encantó. Después de esa primera ocasión, no volvimos a prescindir jamás de la penetración anal.
8. Desde entonces nos veíamos todos los días para charlar, besarnos y pasarla de maravilla, y los viernes nos dedicábamos al sexo desde las 12 del día hasta bien entrada la tarde. Con él supe lo que es recibir semen en la boca y tragarlo (¡qué delicia!), usar juguetes sexuales y experimentar mi primera doble penetración, con un dildo en mi vagina y su pene en mi culo.
9. Pero hay más: una noche de fuerte lluvia, estábamos en su carro cuando me preguntó si me atrevería a penetrarme con la palanca de velocidad. Mi asombro fue mayúsculo, pero accedí al instante, así que levantándome la falda, fui dejándome caer poco a poco sobre la palanca de aquél sedán rojo, mientras él me ayudaba sosteniéndome por la cintura para evitar que mi peso nos hiciera una mala pasada y yo fuese a resultar lastimada. Debo decir que la adrenalina, el morbo y el deseo se conjugaron en mi vientre y me brindaron uno de los orgasmos más deliciosos de toda mi vida, que fue coronado con un largo beso mientras yo aun tenía adentro de mi la palanca de su auto.
10. Pasados ocho meses, de la compañía donde él trabaja lo enviaron a otra ciudad, por lo que se fue con todo y su familia. Las primeras semanas me llamaba con bastante frecuencia, pero al paso del tiempo la comunicación se volvió más esporádica hasta que cesó por completo, porque él cambió su número de móvil. De esto hace ya dos años y no volví a saber de él, pero el recuerdo de esos momentos de sexo sin restricciones quedarán en mi alma mientras yo viva.
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]]>“Mi madre dice que en la cama todo está permitido”, explica Stefania, quien no lo ve claro a pesar de ese maravilloso aunque insólito consentimiento. Resumo su historia y luego reflexionamos: “Mi esposo me pidió que me acostara con su jefe. Pase una noche con él. A veces, mi marido entraba a mirar como follábamos y qué cosas hacíamos. Su jefe y amigo le comento que yo era multiorgásmica y que había tenido más de seis… Le molestó: con él como máximo tengo uno. Ahora, una o dos veces por semana, hacemos tríos con chicos y mujeres. Lo pasamos bárbaro. Sin embargo, me he dado cuenta de que aquello lo disfruto demasiado y eso me preocupa. ¿Es normal en un matrimonio hacer este tipo de cosas?”
Tenemos una dañina, mezquina y errónea (paro aunque podría seguir largo rato) tendencia a juzgar. A los demás y a nosotros mismos. Pues, bien, aquí no lo vamos a hacer, porque en sexo casi todo es aceptable, casi todo es normal… y ese muy pequeño casi lo aclararé enseguida, pero antes te toca a ti. ¿Qué responderías a las siguientes preguntas? No tengas prisa, piénsalo bien.
• Me pierde decirle guarradas y ver cómo se enciende, ¿soy normal?
• Disfruto viendo como otra le hace una mamada, ¿soy normal?
• Nos calienta jugar a médico y paciente, ¿somos normales?
• Mi marido quiere que le penetre con un vibrador, ¿es normal?
• Me pone que ella me pegué y luego me obligue a comerme su coño, ¿soy normal?
• Mis amigos forman una pareja abierta, ¿son normales?
• Disfruto viendo a mi mujer tirándose a varios, ¿soy normal?
• A él le gusta vestirse de tía, ¿es normal?
Uno de los grandes errores que cometemos en torno a la sexualidad es plantearnos qué es normal y qué no. Pregunta clave en terapia. Pero, lo siento, no hay tallas únicas y cada persona ha de definir normalidad sexual según su propio lenguaje. Eso sí, con ciertas restricciones de obligado cumplimiento (y de ahí ese “casi todo” es aceptable):
- el más absoluto respeto hacia uno mismo y los demás (puede que alguien se pregunte si dejarse dar de palos es respetarse a uno mismo, lo es si eso es lo que quiere);
- el consentimiento por parte de quienes participan (o sea un NO tajante a molestar a niños y personas que no tienen capacidad de discernir), y
- la renuncia a cualquier imposición, abuso y/o violencia por parte de nadie (que quede claro, la práctica del BDSM es consensuada, por lo tanto, no recriminable).
Respondamos, ya toca, a la pregunta que encabeza este post: ¿Qué es normal en sexo? Pues, bien simple, si tu comportamiento o práctica sexual te va, le va o les va a quienes se comparten contigo, todo se desarrolla desde el consentimiento mutuo, sin ninguna clase de abuso de poder o de violencia, y todos disfrutáis, ¡es normal! A lo que me encantaría añadir: ¡Y a tomar por saco el juicio de los demás!
¿Queda claro? Debería, pero me temo que esto no ha acabado aquí, porque ¡hay quien seguirá dudando! O sea que lo dejo en un “Continuará…” y ya acabaré este post en otro momento.
Si te ha interesado este tema, quizás quieras leer su primera parte, No apto para cualquiera: ¿qué es normal en sexo? (I), que incluye un corto muy curioso. No te lo pierdas.
_________________ TALLERES EN BARCELONA, GIRONA, MADRID Y PALMA DE MALLORCA.
Más info también picando en los enlaces:
- “Solo para hombres” Si me prestas seis horas de tu vida, mejor dicho, las compartimos y nos planteamos juntos cómo vivimos nuestra sexualidad, ¡te cambio el chip! ¿Te animas?
- “Tu sexo es tuyo: cómo lograrlo”. Lee los comentarios de quienes ya han asistido y apúntate.
]]>1. Soy heterosexual, tengo 42 años y estoy soltera. En algunas etapas de mi vida pensaba que podría haber sido lesbiana, porque me excito fantaseando con mujeres, pero ahora sé que no es así.
2. Recuerdo que mi primer orgasmo proporcionado por un hombre fue a los 16 años; desde los 12 ya me masturbaba. Fue en la parte de arriba de un pub, sentados en una especie de reservado con poca luz. Había más gente pero cada uno iba a la suya. El me masajeaba el clítoris por encima de las medias, yo estaba muy caliente y llegué fácilmente al clímax. Me excito otra vez al pensarlo. Me gustar recordar que siempre he sido ligerita de cascos y que me daba igual que nos pudieran ver.
3. Tuve bastantes relaciones cortas en las que llegaba al orgasmo de diferentes maneras, pero no dejé que me follaran hasta que conocí a mi ex. Con él los inicios del sexo fueron bien, pero después empezé a tener poco deseo. El me responsabilizaba a mí alegando que era más experto y que él no tenía ningún problema, y acabé creyéndomelo. Después de él, descubrí que eso no era así, que soy una bomba sexual, y que simplemente él y yo no follábamos, sino que teníamos sexo, y que él no me ponía especialmente caliente. Probablemente también después de dejarlo con él me liberé sexualmente totalmente a través de nuevas experiencias y empecé a conocerme más.
4. Después de esa ruptura volví a reencontrarme con la ligerita de cascos de los 16, y empecé a follarme a quien quería. Salió mi lado morboso, y tuve relaciones sexuales fantásticas. Tuve un novio con quien el sexo fue animal, brutal, el mejor de los últimos años. Cuando íbamos con amigos en coche para salir a cenar, nos sentábamos en la parte de atrás, y yo, sin zapatos, empezaba a masajearle el paquete para que se pusiera cachondo, sin poder decir nada y sin que los demás se dieran cuenta. Pasábamos toda la noche calientes, hasta que al llegar a casa no podíamos ni llegar al ascensor. Subiamos por las escaleras y en el primer piso ya le había abierto la bragueta y la tenía fuera, durísima. Cuando lo hacíamos, me daba tanto placer y era un sexo tan animal y descontrolado que me hacía gritar como una loca. Me tenía que tapar con una almohada para que no se oyeran tanto mis gritos.
5. Me encanta poner a los tíos con los que salgo calientes delante de gente, bailando, mirándoles con cara provocativa o diciéndoles cosas subiditas de tono al oído. Notar que se ponen cachondos y que empiezan a perder los papeles, y que tienen ganas de que nos vayamos, pero aguantar un poco más para llevarlos al límite.
6. A pesar de ser liberal sexualmente, me engancho emocionalmente si repito sexualmente con un hombre, lo cual hace imposible que tenga amantes. Mi cuerpo químicamente se revoluciona y mi emotividad aumenta, así que o son pareja o son rollos de uno o dos días. Esto me limita bastante, cuando por ejemplo, como ahora, no quiero pareja pero si que tengo deseo sexual y estoy en una época en la que me gustaría probar muchas cosas. Me siento reprimida, porque además soy sexi y atraigo a muchísimos hombres, pero no estoy con el chip de sexo de una noche.
7. Me encantaría follar con dos hombres a la vez. No lo he hecho nunca, no se ha dado el momento o persona. Y me gustaría morrearme con una mujer delante de mi pareja, para que se pusiera cachondo. Me gustaría probar un tío, ó con más gente, y explorar muchas más cosas. Tengo ganas de tener una pareja que tenga tantas fantasías como yo, que me motive a llevarlas a cabo, y con quien pueda planear nuevas experiencias sexuales y provocarnos constatemente. Mi mente es muy morbosa.
8. Me gusta mucho el sexo oral, disfruto chupándola y me pone cachondísima. Una de mis fantasías es que entren hombres que no conozco en mi casa, y empezar a lamérsela a todos, me excita un montón. Otra de las cosas que me gusta es chuparla mientras conduce. Esto no es una fantasía, lo he hecho varias veces. Me pone tan caliente que al mismo tiempo me toco yo el clítoris y me corro.
9. Me encantaría solucionar el problema de o novio o sólo polvo de una noche, porque sé que me estoy perdiendo muchas cosas, pero de momento no he pasado a esa fase, y no sé si es posible para mí. Si pudiera pedirlo, como una carta a los Reyes Magos, me encantaría tener un amante de quien no me enganchara emocionalmente, que me transmitiera confianza y fiabilidad para poderme dejar llevar al máximo y compartir juegos sexuales y con quien pueda empezar a hacer todas esas cosas que tengo atrasadas.
(La autora de esta historia sexual comentará como Ana María su confesionario.)
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